“La Iglesia Católica nos ha puesto como ejemplo de madres a una mujer que lo fue sin dejar de ser virgen. Es esta una bella lección que debemos aprovechar, empeñándonos porque la madre realice su sagrada función sin que se pierda la virginidad de su alma y afirmando cada vez más en ella la idea de que la verdadera felicidad siempre se basa en un amor ideal”.